martes, 4 de octubre de 2011

ES FELIZ EL QUE MENOS NECESITA

Valentina Favarony


Yo soy pelusa y les voy a contar como fue mi vida en el último año, nunca había vivido tantas aventuras.
Paseaba en alta mar en un yate con mi mejor amigo Steve y todo empezó una noche donde la suerte parecía estar de nuestro lado, Steve se dio cuenta que se había ganado la lotería, éramos los más felices.
Pasados 30 minutos, escuchamos un trueno y empezó a llover de una manera nunca antes vista, como si hubiera llegado el diluvio, el barco no paraba de moverse, cada segundo se inundaba más, perdimos el control de él y hasta de nosotros mismos, la suerte nos cambio en unos segundos, el billete de la lotería voló, cual cometa fuera quedando impávido ante tal perdida, pero yo sabía lo que significaba eso para él y sin pensarlo me lance al mar, tenía claro que tanto podía hacer por mi amigo y a partir de ese momento perdí el rastro del amigo, del yate y es a partir de ese instante que empieza mi verdadera aventura.
Desde este momento mi propósito fue encontrar a mi amigo Steve, por eso decidí comenzar un largo viaje, me encontré con las inclemencias del tiempo, con la soberbia humana, con la insolidaridad, pero igualmente me encontré con un ser que sin tener nada me dio mucho, compartió su pan y una sonrisa, me hizo recordar que los amigos si existen, como sabía que mi amigo ya me encontraba muy cerca de mi amigo corrí y corrí. Cuando al llegar a su puerta me encontré que ese pedazo de lotería no era la felicidad de él, pues el ya había conseguido a su nuevo gran amigo, un gato.
Di media vuelta con tristeza a buscar aquel hombre que me había brindado un poco de él sin pedir nada a cambio.
Al encontrarlo, su recibimiento fue una sonrisa sincera sin saber que este nuevo amigo le cambiaria la vida con el pequeño papel que en mi hocico siempre lleve.
Desde ahí comprendí que no es más feliz el que más tiene sino al que menos necesita.

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