jueves, 15 de septiembre de 2011

AVENTURA EN CUATRO PATAS

Juan Carlos Giraldo

Pepe era un perro fiel, amigable, juguetón y con un aspecto similar a un muñeco de felpa. Siempre acompañaba a su amo Don Gerundio, en las buenas y en las malas. Pero sobre todo, cabe resaltar que no era como cualquier otro perro, era un perro extremadamente inteligente.
Cierto día, Don Gerundio se animo a emprender una nueva aventura. Decidió explorar el mar, y sin rumbo fijo, zarpo en su jate. Una noche por simple curiosidad y sin muchas expectativas de ganar, reviso la página web de la lotería e increíble y sorprendentemente, en cuestión de segundos el hombre quien se creía marinero, se vio inundado de felicidad al ver que le había pegado al gordo.
Como se menciono anteriormente, los intrépidos aventureros de alta mar, Pepe y Don Gerundio, se encontraban navegando. Pero se encontraban navegando justo el día en que papa clima no estaba de genio, pues una fuerte tormenta amenazaba con volcar el jate. Poderosas aguas eran engendradas desde las entrañas de las nubes negras que se apoderaban del azul del cielo. Una fuerte y terrible corriente de viento, arrasó con gran parte de las cosas del barco, entre ellas, el boleto ganador.
Pepe al ver reflejada la angustia en el llanto desenfrenado de su patrono, se armo de valor, con decisión tomo su chaleco flotador, y se lanzo fríamente al mar con el fin de devolverle la sonrisa a su amo, pues esta se había perdido en la profundidad de las aguas. Don gerundio no tuvo oportunidad alguna de reaccionar, únicamente gritaba desgarradamente el nombre de su fiel amigo, mientras que este se perdía en lo espeso de las olas.
Después de nadar y nadar, Pepe había logrado llegar a tierra. Se encontraba en un lugar totalmente desconocido (creería yo) para la mayoría de los caninos newyorkinos. Era un lugar humilde y sobrepoblado, los habitantes del lugar parecían no tener muchos recursos. Además hacia un calor infernal el cual esterilizaba al suelo volviéndolo incapaz de concebir verde alguno. Muy desorientado, decidió explorar aquella tierra que podría resultar muy parecida a la india, y fue así donde emprendió una nueva aventura, aunque esta vez sin su querido dueño.
El atrevido animal recorrió durante días las calientes calles de lo que podría ser, Calcuta o Bangladesh. Sobrevivió al robo de su chaleco por parte de una pandilla infantil e hizo a un lado los desplantes de la gente. Pero a pesar de todo y gracias a un golpe de suerte, transito en la dirección correcta para encontrar una especie de “chiva” que emigraría de aquel lugar.
Más tarde, todo resultaría aun peor para el pobre can. Tras pasar un largo rato viajando por lo desconocido, termino en un desierto en el cual pasaría días enteros de sequia absoluta. Pero nada de esto sería impedimento para que el fuerte, decidido y motivado Pepe, cumpliera con su objetivo, llevarle de vuelta a su amo, el premio mayor.
Tras caminar, caminar, caminar y… caminar. Se supero una eternidad de sequia, hambre y calor, para volver a ver algo que le resultase familiar a la mente de este animal… un barco, un barco con rumbo a New York. Sin pensarlo se coló en la embarcación y se las ingenio para no ser descubierto y llegar con éxito a su destino.
Y así fue, efectivamente esta ejemplar criatura arribo de nuevo a suelo norteamericano, donde anduvo ansioso por volver a su hogar. En el camino se encontró un viejo señor, con una apariencia un poco descuidada. Tenía una larga y blanca barba, ropa vieja y muy sucia. Este hombre se encontraba sentado en un parque que Pepe solía visitar con su amo. El señor muy amable y amigablemente le regalo un pedazo de pan, ya que se notaba de lejos que el pobre perro no había comido en días.
Después de muchos días de soledad, Pepe vibrante de alegría se había dado cuenta que tal amarga aventura en 4 patas había llegado a su fin. Se encontraba frente a su casa, frente a su hogar…frente a su amado amo. Corrió como loco hacia la ventana para informarle a Don Gerundio que la espera había terminado, y que de nuevo iban a poder vivir grandes cosas en compañía. Pero el perro se encontró con lo peor… Su dueño, o bueno su ex dueño, le había encontrado remplazo. El inhumado Don Gerundio lo había cambiado por nada más, y nada menos…que por un gato.
Decepcionado y triste, Pepe se dio vuelta y decidió volver donde el señor que le tendió la mano, dejando así por siempre lo que una vez fue su casa, dejando a aquel hombre a quien creyó que su más fiel amigo y dejando en el cuarto oscuro del olvido, los recuerdos que una vez lo hicieron tan feliz.
Al encontrar a quien sería su nuevo amo, lo primero que hizo fue entregarle el boleto como signo de agradecimiento. El hombre gustosamente acepto, y con un gesto de simpatía, le hizo entender a Pepe que de ahora en adelante serian uno.

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