jueves, 15 de septiembre de 2011

Una Gran travesía.

Valeria Bocanegra

En la vida nos encontramos con amores, desilusiones, fortunas, aventuras y dolores.
Para empezar consagramos nuestra vida a un ser o distintos seres, entregamos lo que más podemos, en especiales nosotros los perros.
Una tarde mientras viajaba en un pequeño velero observaba a mi amo como esperaba expectante con un papel muy valioso en su mano un resultado que darían en una página desde el portátil, atentamente escuchaba y veía como mi amo se estremecía al ver que la serie de números coincidían con los de la boleta que el poseía, al dar el resultado final y al ver que él el feliz ganador me demostró su inmensa alegría y emoción levantándome del sitio donde me encontraba y dándome un fuerte abrazo, en este momento me di cuenta que era lo mejor que le había podido pasar en mucho tiempo.
Esa misma noche después de tanta emoción llego la desesperación, una tormenta nos tomo por sorpresa en la mitad del mar, la lluvia, el viento y las olas azotaban muy fuerte el velero, el viento era tan fuerte que llego al sitio donde se encontraba la boleta de la lotería y la levanto llevándola por los aires exponiéndola en la cubierta, mi amo quien en ese momento se encontraba en el timón intento alcanzarla pero no lo logro, yo ya me encontraba con mi chaleco salvavidas, y me lance tras aquel objeto cayendo directamente al mar, mi amo quedo angustiado y mientras tanto intentaba seguir mi rastro con su linterna pero las olas eran tan fuertes y grandes que me hicieron perder del camino y pasar toda la noche luchando. A la mañana siguiente logré llegar a la orilla de una isla, desconcertado por qué no sabía cuál era mi ubicación y en medio de la poca lluvia que había vi una mujer de vestido largo y rasgos marcados, con ella se encontraba un cebú amarrado a un pequeño palo.
Decido seguir mi camino pero llevando aun conmigo el tan dichoso papel amarillo. Mientras caminaba se me atravesó un bus con mucha gente en el cual gentilmente me subieron y me llevaron a la ciudad más cercana, había muchas personas ahí parecía una plaza de mercado, seguí caminando y mas allá me tropecé con un grupo de niños quienes me quitaron el chaleco, al menos ellos no me hicieron daño porque una mujer más adelante me hecho agua cuando pasaba por el frente de su casa, nuevamente empezó a llover y encontré un pequeño hueco en el cual refugiarme, ya la ciudad se empezaba a acabar y un desierto grande era el que travesaba, en él me persiguieron perros más salvajes y hambrientos que tal vez estaban defendiendo su terreno, me ahuyentaron y obligaron a meterme a un laberinto subterráneo de palos donde pase la noche.
Al día siguiente desperté en aquel hueco en el que me encontraba, lastimosamente aun me encontraba en el desierto, seguí corriendo y llegue a un barranco el cual dividía el lugar que había recorrido y uno nuevo por recorrer lleno de nieve y arboles, después encontré nuevamente gente que aparentemente hacían labores de agricultura pero no fueron amables conmigo, al contrario me ahuyentaban con sus materiales de trabajo hasta que me sacaron de ese sitio haciéndome llegar a una carrilera de tren donde había un vagabundo calentándose con un fogata.
Seguía persistiendo en que tenía que llegar a mi destino final pero nunca aleje de mí aquel boleto que a mi amo había hecho feliz, entonces llegue a un puerto y ahí se hallaba un gran barco y en ese momento pensé que esa era mi única salida. Por fin llego a la ciudad, cansado, adolorido después de tanto haber recorrido me encuentro con un viejo de barba y cabello largo para su aparente edad, estaba sentado en una banca de un parque, al ver mi agotamiento y fatiga me dio de comer. Aun con el boleto en mi boca llego a casa, fue tanta mi emoción el ver por la ventana a mi amo que no pensaba ya en cansancios ni dolores, pero me desconcertó el ver en su rostro tranquilidad y felicidad, bajo mi mirada siguiendo el movimiento de su brazo y me doy cuenta que en el lugar que yo hace algún tiempo estaba un reemplazo mío encontraba, al parecer llenando también de placer al ser por quien yo mas luche, era un gato.
La sorpresa fue fatal, la desilusión invadió todo mi corazón, después de tanto andar y obstáculos soportar, riesgos aguantar y nunca de mí quitar la felicidad que a mi dueño quería dar, pienso que los sacrificios fueron en vano y los esfuerzos malgastados.
Después de la ingrata sorpresa no quiero atormentarme mas, regreso al sitio donde el viejo de barba blanca aun se encontraba para devolverle el favor que me había hecho, entonces decido entregarle la felicidad que conmigo llevaba el billete de lotería que en mi interior sabia que cambiaría su vida y en ese momento de aceptación y entrega me doy cuenta que no fue en vano todo lo que pase, después de tanto andar mi destino no era volver con mi amo sino ser más feliz con alguien más.
En ocasiones los caminos duros y difíciles de andar siempre nos traen un mejor final, una recompensa mejor de la que siempre esperamos por nuestros sacrificios.

1 comentario:

  1. Si corrigió las observaciones que se le pusieron en la rejilla, mejoro mucho su texto y cumple con los requisitos necesarios.

    TATIANA ANDREA DUQUE LÓPEZ

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