miércoles, 28 de septiembre de 2011

El juego de la Vida

George William Obando Valencia

Aquella tormenta en alta mar cuando la noche era fría y oscura, escuchando el golpe de las olas azotando nuestro barco; fue la que trajo calma a mi vida de perro.
Esa tarde el mar del pacifico era apenas tranquilo, el sol alumbraba y calentaba con intensidad, las aguas mansas en las que emprendíamos nuestro viaje para la pesca milagrosa. De verdad fue milagrosa pues esa tarde Cesar (mi amo) encendió su aparato virtual (laptop) para ver si su billete de lotería coincidía con los números del sorteo millonario, observe que ese trozo de papel con números de dos cifras era muy importante para mi amo ya que lo cuidaba como su propia vida, de repente se avecino una fuerte tempestad; lluvias y vientos que iban en una dirección contraria a la que se dirigía nuestro pequeño bote en alta mar, las velas del barco se enrollaban una sobre otra y las olas enfurecidas nos azotaba como si fuéramos dos guerreros en duelo a muerte. En un instante el billete de lotería salió velozmente por la ventana del barco llegando hasta el mar oscuro y rebelde Cesar en su desespero por controlar las velas enrolladas solo gritaba la pérdida de su pedazo de lotto, me sentí angustiado por ver a mi amo descontrolado, enfurecido, y decidí lanzarme a las olas en búsqueda del trozo de papel que quizás era más importante que cualquier otra cosa en el mundo para el Cesar.
Sobreviví a esa furia de la naturaleza, por tal razón les estoy contando este relato de mi vida que para hacerlo realidad tuve que pasar por muchas dificultades día tras día buscando el lugar en el que encontraría a mi amo esperando en la entrada de la puerta con sus brazos extendidos para abrazar este fiel guardián y amigo que daría la vida por él, al igual que él, por su valioso papel, en mi viaje de regreso a casa atravesé bosques, ríos, lugares desolados, ciudades, países y continentes con el fin de encontrar las paz que algún día me pertenecía. Hasta que por fin después de tanto caos pude apreciar una vez más la bella vista de mi ciudad por lo que sentía que cada vez estaba cerca de mi dulce morada, en el camino a casa me encontré un hombre sentado en el parque, mucho más viejo que mi amo su barba era larga canosa y usaba ropa de indigente, con la mirada dirigida hacia él, me fui acercando poco a poco quizás me llamo mucho la atención ver como este hombre quien me ofreció una migaja de pan se parecía tanto a mi amo. Luego de devorar ese alimento que fue en ese momento la comida mas deleitable que he probado en mi vida continúe con el camino para reencontrarme con todo lo que por tantos meses había esperado. Por fin llegue al lugar; todo parecía igual, la casa en perfecto estado, el sillón de la sala en el sitio que permanecía y ahí estaba Cesar con una sonrisa de gozo como si presintiera que su perro colín estaba de regreso en casa y con su billete de lotería que tanto había él cuidado. Sentía que había cumplido con mi propósito que tanto andar y luchar por el mundo me había dado una gran satisfacción al final, pero al concentrarme en los brazos de mi amo los cuales espere con ansias que estuvieran extendidos hacia mí, me di cuenta que todo no estaba en perfecto estado, Cesar ya había reemplazado el lugar que yo ocupaba en su casa y en su corazón; otro amigo estaba recostado en el puesto que algún día ocupe y mi nombre ya había sido sustituido por el de fénix, el nuevo gato que ahora acariciaba mi dueño .
Triste y vacio di la vuelta hacia el parque donde conocí aquel hombre indigente que llamo mi atención, este ya estaba abandonando el sitio, al verme broto una sonrisa de su rostro con placer de volver a encontrarnos, en ese momento decidí que el billete de lotería con números de dos cifras, por el que Cesar gritaba y celebraba con gran felicidad al compararlo con el sorteo, debía ser importante tanto como yo, para este nuevo amigo. El hombre indigente.

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