jueves, 15 de septiembre de 2011

UN VACIO Y YO

Luisa Fernanda Victoria Gallego

Era una noche como cualquier otra, Carlos mi amo y yo nos encontrábamos haciendo lo que realizábamos cada día, salir de pesca, pero el ambiente estaba algo diferente, el cielo estaba opaco, el mar muy picado, y un increíble frio que recorría mi cuerpo desde mi trompa hasta mi cola, ¡no quiero imaginar lo que sentía Carlos!, sin tener una melena que lo abrigase como a mí.
Nos encontrábamos en un camarote algo estrecho para todo lo que tenía Carlos, yo estaba acostado en la cama mientras Carlos revisaba su baloto en el computador, de repente Carlos, quien no era muy expresivo, de la nada pega un salto de su silla gritando: ¡SOY RICO! ¡SOY RICO! Me regocijaba verlo con tanta alegría, y agregándole que podría comprarme muchos huesos mas. Pero como la felicidad no es completa, empezó una enorme tormenta que ya se presagiaba por el clima que nos envolvía, un feroz viento de un solo golpe arremetió contra la puerta del camarote y saco a volar nuestro preciado billete. Al ver los ojos tristes de Carlos decidí ir tras él, pero la tormenta era tan grande que no me dio tiempo suficiente para alcanzarlo, y sin pensarlo caí al mar detrás de él, mientras Carlos gritaba incesante ¡yiyoooo noo, déjalo ir!
Pero ya era demasiado tarde, estaba muy oscuro y no lograba ver el barco, con el billete en la trompa nade y nade con la esperanza de que pudiera llegar de nuevo al barco, pero no sucedió, y por el contrario al amanecer me tope con una playa. Creía estar cerca de mi casa, entonces camine sin perder las esperezas, guardando la ilusión de encontrar a mi amo.
Pase por cientos de lugares, empezando por unas casas de personas no muy gratas que en vez de ayudarme decidieron echarme agua. Pasaron días, tal vez semanas hasta llegar a una ciudad fría y lluviosa que atravesé rápidamente, con hambre y sin ánimo de parar a buscar comida por el gran deseo que tenia de ver a Carlos seguí mi trayecto, vi noches, días, amaneceres y ocasos, nieve, lluvia, primavera y verano, y me encontré con un grupo de niños que se estaban jugando en la calle, muy amables y divertidos por cierto, me pude haber quedado con ellos disfrutando de largas jornadas de juegos, pero primero estaba mi amo, a quien me imaginaba sufriendo y esperando mi regreso cada día que pasaba, así que continúe sin pensar en el cansancio ni en todo lo que me estaba aquejando.
Subí enormes montañas, aguante frio, calor, hambre, hasta ver a unos citadinos que se encontraban trabajando en la tierra, creí que tal vez ellos me podrían ayudar así que me acerque a ellos, pero lo único que recibí fue rechazo, me gritaron hasta estar lejos muy lejos de ellos, donde ya no alcanzaba a verlos, con una fuerte corazonada de estar cerca a Carlos me llene de valor, fuerza y entusiasmo , seguí con este largo recorrido que nunca imagine atravesar y que a mi parecer eran meses los que ya habían pasado, pero que era un tiempo muy corto a comparación de la recompensa que sería encontrar a mi amo.
Claro, seguía con el billete en el osico pues que mas felicidad seria para Carlos que verme a mí cruzar la puerta trayéndole a él dos nuevas alegrías, mi llegada y el billete que nos haría millonarios.
Después de ver pasar los días vi lo que creí seria la victoria, vi el muelle donde un día me separe de Carlos, vi los botes, barcos, y pesqueras que me recordaba lo que tanto nos gustaba hacer a mi amo y a mí. Supuse que estaba cerca a mi hogar, lo sentía en el aroma, en el ambiente, ya no sentía hambre, cansancio ni nada parecido, camine por unos cuantos minutos más siguiendo mi instinto, ¡hasta que lo logre! Llegue a la puerta de mi hogar y con el corazón a punto de salirse de mi peludo pecho, me asome por la ventana jadeando esperando la hermosa reacción de un triste Carlos, pero, para mí desilusión al pararme en esa ventana no vi lo que esperaba encontrar adentro, vi a Carlos acariciando a un gato que parecía ser mi reemplazo.
Mi amo se veía tan feliz que decidí ni siquiera acercarme, así que voltee mi cola y camine hacia el parque, con la tristeza más grande de mi alma, y la desilusión de haber perdido todos esos meses esperando por verlo y ver su reacción al encontrarnos.
Llegando al parque me encontré con un señor un tanto abandonado, con una barba prominente y atuendo desaliñado que me brindo una linda sonrisa, ¿que mas podía yo hacer? seguir caminando sin un rumbo fijo con la traición de un mal amo, o brindarme la oportunidad de ser de nuevo feliz con este hombre que me mostro una sincera amistad.
¡Así es! Le obsequie a este vago una sonrisa para equilibrar las cosas, dejando caer de mi osico el babeado y en malas condiciones billete que ahora nos haría ricos y felices a nosotros.
Ahora después de tanto tiempo, sentado en un enorme cojín de plumas de ganso pienso en Carlos, que será de ese hombre que se olvido de mí.
¡Rodrigo espérame!
Fin

2 comentarios:

  1. Creo que el cuento esta muy bien escrito, solo hace falta mejorar algunas tildes, y dejar un poco mas claro el final, en todo lo demas me parece que esta muy bien elaborado

    thennesha Rojas Orozco 2110547

    ResponderEliminar
  2. hola después de leer el cuento se puede notar que esta muy bien estructurado y escrito , creo que se cumplió con los cambios recomendados.

    Tatiana Celis
    2110525

    ResponderEliminar