domingo, 25 de septiembre de 2011

CRÓNICA PERRO

Edgar Penilla


En lo más tranquilo del simple pero maravilloso mar, me encontraba recostado dentro del velero de mi superior un hombre de madura edad, el cual revisaba una especie de papel con unos números, de un momento a otro quedo inmóvil como una estatua y en cámara lenta me miro y empezó a gritar, se veía como en su rostro había tanta felicidad y emoción, se había ganado la lotería. Después de unas horas al establecerse la noche, escuche como la gran tormenta se aproximaba a grande olas, de inmediato mi superior tomo el timón y se dispuso a dirigir nuestra nave, sin notar que el millonario boleto esta sobre la mesa a la intemperie del viento. Con miedo me escondí debajo de mi lugar de descanso a ver como mi superior luchaba contra la corriente, de un momento a otro vi como el boleto alzaba vuelo como pelicanos en celo, de manera rápida seguí el boleto, mi superior se dio cuenta de la delicada situación y también corría tratando de atrapar el boleto, vi como el boleto se acercaba a mí por el lado derecho, y corrí de frente para saltar y agárralo con mi despampanante hocico, corrí rápido salte y lo agarre pero fuera del velero; con el boleto en mi hocico sentía como caía a las heladas y temperamentales aguas ,con mi chaleco salvavidas logre estabilizarme y nadar; con angustia mi superior gritaba, pero las aguas me llevaron hacia otro destino.
Al salir de las impetuosas aguas, caminado sobre las débiles olas y con el chaleco salvavidas colgando de mi torso, me encontré cara a cara con una indígena y su vaca; los cuales me recibieron con amor, comida y leche, mientras merendaba pensaba como encontrar a mi superior y entregarle el boleto. Al terminar de comer, me postre sobre mis patas, con un gesto amable agradecí a la indígena y su vaca y seguí mi recorrido. Caminado por una solitaria, larga y abandonada calle, sentía como mi cuerpo se cansaba, pero dentro de mí, esas fuerzas de encontrar a mi superior me animaban a no caer; mientras caminaba, una pequeña caravana hindú pasaba, con mucha felicidad, me recogieron y me acariciaron, durante el trayecto logre descansar mis inflamadas patas, y a dormir un buen rato mientras me dirigía hacia el desconocido destino. Mientras la caravana continuaba, escuche un gran estallido, me desperté en lo más oscuro de la noche, todos murmuraban y veía lo rápidos destellos de linterna, al asomarme por la ventana vi pedazos de llanta en la carretera, una los vehículos se había pinchado. Sin demora remolcaron los demás vehículos al mecánico más cercano, al ver que todo ese proceso del “desempinchamiento” era de larga duración, decidí bajarme y seguir mi recorrido. Durante el mi solitario viaje, después de horas y horas de caminar, me topé con un pequeño pueblo con mucha gente, mientras entraba en el sitio veía como ríos de personas pasaban a mi lado, me miraba con desprecio y rabia, unos cuantos personajes con cuchillos me deseaban para rebanarme y venderme, con prisa me escabullí de hombre en hombre hasta llegar a una pequeña casa habitada en su mayoría por niños, al verme se alegraron, me acariciaron, pase un buen tiempo con ellos, me trajeron comida, pero de un momento a otro me despojaron de mi única prenda, mi chaleco salvavidas, me sentí estafado, con cóleras de quiméricas que me confundían, pero me levante de tan extraño sentir, y corrí con mi boleto a otro lugar menos falso.
En mi fatídico caminar, recibiendo insultos, humillaciones; llegue a un lugar aparentemente acogedor y familiar en el cual habitaban seres de mi especie, por un momento pensé que alguno me iba a recibir con alegría, pero no fue así, como si se tratara de otro extraño me echaron sin poder dar un saludo. De tanto caminar y caminar veía como casa, personas iban desapareciendo a medida que avanzaba por los impredecibles caminos, de un mometo a otro sin darme cuenta, llegue a un desierto, un terreno desafiante e ignorado; pero sin importar como las dunas me hacían caer, me levantaba, seguía porque sabía que mi superior me estaba esperando con las manos abiertas, anhelando mi llega; así que seguí con las pocas energías que tenía, subí montañas, corrí por la heladas nieves, escale los más altos pico; siempre por el ánimo de no desfallecer, porque mi meta era llegar donde mi superior, mi sustento , mi amigo……..mi dueño.
Después de atravesar por todos los biomas del mundo, llegue a un área muy tranquila, con hectáreas de arroz y frutas, con rapidez me anime a comer y comer saciando mi salvaje hambre, pero siempre vigilando el boleto de mi superior; mientras comía cuanta fruta veía, sentí una presencia detrás mío, con agilidad agarre el boleto me echa hacia adelante y mire, era un hombre con ojos rasgado y un sombrero de paja, que tenía una oz, y estaba decidido a matarme, al verme en dicha escena y sin pensarlo dos veces corrí y corrí hasta alejarme de esa supuesta villa de tranquilidad. De tanto recorrido, llegue a las vías férreas y me dispuse a seguirlas, después de horas, me topé con unos jóvenes extranjeros que me alimentaron por dos días; en su fogata comimos cuanto ser vivo nos encontrábamos, era una vida excelente, la vida de cualquier persona desearía tener, pero antes de dar vuelo a todos mis sueños, pensaba siempre en mi amo, que me esperaba con los brazos abiertos y con todo el amor dispuesto a darme. Al día siguiente bien de mañana tome la decisión de dejar a los amables jóvenes y seguir mi travesía, espere el tren y como en las películas del viejo oeste corrí y salte a uno de los vagones que estaba abierto, aterrice con seguridad y me eche a esperar el nuevo lugar, que me acercaría más a mi superior.
Al escuchar el incandescente sonido del tren, me desperté a ver qué lugar del mundo estaba, tal sorpresa fue la mía cuando vi el puerto de donde zarpamos, ese mismo paisaje que hace 13 días vi por última vez. Me baje del tren y me dirigí al muelle pasando de cargamentos en cargamentos, percibí un débil aroma de mi amo, por fin hallaba un rastro de del, aspire profundo y seguí olfateando, el aroma se intensifico lo seguí ansioso, doble la esquina y vi mi casa, con alegría y ganas de ver a mi amo, corrí, me acerque a una ventana y lo vi, estaba viendo la televisión; note que estaba muy alegre, como si nada hubiera pasado, estaba un poco confundido, pero todas esas dudas quedaron resueltas cuando vi a un despreciable felino doméstico, treparse en las manos de mi amo y dormir al lado de él, me dolió tanto ver que años de amistad con mi amo se esfumaron en 13 días, con un dolor desgarrador y consumidor, vi como el lo consentía y le daba de comer, muy decepcionado corrí sin rumbo buscando consuelo, con el boleto de lotería en mi hocico, al final de una calle un mendigo me llamo y me dio de comer, puede oler un poco de amor verdadero, que mi otro amo no me pudo dar, sentí que el si era una persona de confiar, solté le boleto el solo lo vio y se rio y con alegría caminamos a lo largo de la calle, un perro y un gamín juntos por fin

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